Invierno y agricultura en México
ene 17, 2024
La llegada del invierno supone un desafío significativo para los agricultores, y la relevancia de los solsticios y equinoccios radica en que marcan de manera inequívoca los cambios de estación. Estos eventos han sido históricamente fundamentales para diversas culturas alrededor del mundo, sirviendo como guía para coordinar las actividades agrícolas durante cada periodo del año.
En México, este vínculo entre eventos astronómicos y prácticas agrícolas era especialmente evidente en las culturas prehispánicas. Los cambios en las condiciones climáticas eran crucialmente relevantes, ya que de ellos dependía el éxito o fracaso de los cultivos, esenciales para la supervivencia de las comunidades.
El calendario azteca, por ejemplo, estaba estrechamente ligado a la organización social. No solo marcaba el tiempo, sino que también delineaba celebraciones, rituales y, de manera crucial, las actividades agrícolas. Estas actividades se planificaban en función de eventos climáticos, como la llegada de las lluvias, la intensidad del sol, la fuerza de los vientos y la aparición de heladas.
Hoy en día, la delimitación de las estaciones del año se basa en conocimientos astronómicos. Durante el solsticio de invierno, que este año ocurrirá el 21 de diciembre a las 22 horas con 17 minutos, la Tierra se encuentra en el extremo del eje mayor de su órbita, en el punto más alejado del sol. Esto marca el inicio de la temporada invernal, caracterizada por temperaturas considerablemente más bajas.
Los agricultores se preparan para las bajas temperaturas implementando medidas como la instalación de estructuras de protección y el uso de túneles de plástico para resguardar los cultivos, especialmente de las heladas. También seleccionan cultivos resistentes al frío, como aquellos con bulbos o que se desarrollan bajo tierra, como el betabel, la papa, el rábano y la zanahoria.
Este conocimiento agrícola contribuye a mantener una producción alimentaria constante incluso durante las épocas invernales. Además de las hortalizas, ciertas flores, como los tulipanes, las dalias y los alcatraces, también demuestran una notable adaptación y prosperan incluso en regiones con inviernos intensos.